#ElPerúQueQueremos

imagen propia

TPP: Confabulando nuestro destino

Milcíades Ruiz*

Publicado: 2015-10-26

Nuestro pueblo desconoce las implicancias del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), perpetrado contra nuestra patria por el imperialismo transnacional en complicidad con los “Felipillos” del gobierno actual que siguen servilmente los designios de EE UU. El pueblo peruano no sabe que su destino está siendo definido por los intereses hegemónicos estadounidenses en la geopolítica mundial. Gran parte de este tratado ha sido cocinado en secreto. 

Este acuerdo a espaldas de la ciudadanía refuerza y pone otro candado a la carcelería en que nos puso el gobierno de Toledo, tras la visita del presidente norteamericano George W. Bush comprometiendo al país en la firma del Tratado de Libre Comercio- TLC, con EE UU. El gobierno de García Pérez lo rubricó y lo celebró como un triunfo. Esta ha sido la línea gubernativa de los cuatro últimos gobiernos bajo la batuta del neoliberalismo y ahora estos esbirros del imperialismo preparan sus campañas electorales para seguir en las mismas.

La “Guerra del Pacífico” nos trajo el Tratado de Ancón, que puso fin a la ocupación chilena a cambio de perder Tarapacá, (la tierra de Ramón Castilla), Tacna y Arica, además de las rentas guaneras. La población de estos territorios dejó de ser peruana pasando a ser chilena cambiando radicalmente su destino, salvo Tacna que por plebiscito prefirió regresar a la patria.

En este caso, el tratado “Transpacífico” también nos cambia el destino. Perdemos territorio comercial pero además, perdemos soberanía porque el Perú no puede tomar decisiones propias en función de los intereses nacionales. Con este tratado la patria renuncia a su autonomía e independencia para someterse a tribunales internacionales manejados por las empresas transnacionales. Esto no se puede cambiar ni con una nueva constitución porque forma parte de la legislación internacional. La Constitución de la globalización está por encima y el TPP es la profundización del neoliberalismo.

El acuerdo amarra aspectos como: acceso a mercados, reglas de origen, obstáculos técnicos al comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias, defensa comercial, competencia, compras públicas, servicios, inversiones, comercio electrónico, telecomunicaciones, servicios financieros, propiedad intelectual y medio ambiente. También incluye, amarres de carácter textil, farmacéutico y agrario (arroz, carne, lácteos).

Es un candado más a nuestra prisión jurídica para proteger las inversiones mineras, petroleras, comerciales y patentes de las transnacionales, frente a los conflictos sociales. Con ello, el Estado Peruano se obliga a proteger a las empresas extranjeras y, a darles la espalda a los peruanos. De no hacerlo, las transnacionales presentarán demanda judicial ante tribunales externos. Es lo que viene pasando con el proyecto “Tía María” en que el gobierno no anula dicho proyecto porque se orina de miedo ante el TLC que prometió eliminar.

Bajo la sombra de tratados como el TLC ingresa libremente el maíz transgénico norteamericano (MAD) cuyo precio subsidiado arruina a los productores nacionales pues nuestro país está obligado a abrirle las puertas sin ningún impedimento. Esto cambia el destino de miles de agricultores peruanos porque sus costos de producción están por encima del precio subsidiado del maíz norteamericano.

Consiguientemente ocurre la caída de los precios en chacra como puede apreciarse en el gráfico situación que se traduce en descapitalización, pérdidas económicas y pobreza campesina. De país originario de este cereal pasaremos a dependientes del extranjero. El MEF desmontó en mayo pasado la defensa de la “Franja de Precios” dejando inermes a los maiceros y arroceros peruanos.

Fuente: www.agrolalibertad.gob.pe (Precio en chacra de maíz amarillo duro- MAD) 

Ahora con el TPP proyectado por la estrategia norteamericana, ya no se trata de un tratado bilateral sino de tomar posesión de un territorio estratégico mediante un tratado multilateral. Los países ribereños del Océano Pacífico representan el 40% del PBI mundial y este inmenso mercado debe ser acaparado por EE UU dejando al margen a China, Rusia y otras potencias, aun cuando sean parte de esta cuenca oceánica. En estos términos se viene dando la guerra por los mercados y es de suponer que las potencias marginadas no se quedarán con los brazos cruzados. 

Ello obedece a que EE UU viene siendo desplazado por China en el comercio mundial y en las inversiones de captación de recursos naturales (minería y petróleo). Lo que antes era su patio trasero en pocos años ha sido conquistado por China y Rusia pues varios países latinoamericanos se han hecho socios comerciales de estos y han firmado tratados de cooperación incluyendo acuerdos militares de protección. Para el Perú, China es su mayor comprador y el mayor inversionista extranjero.

Durante cien años EE UU ha tenido dominio sangriento sobre el Canal de Panamá para el comercio internacional, pero ahora se encuentra con que China está construyendo otro canal alternativo por Nicaragua y ha ofrecido al Perú la construcción de un ferrocarril interoceánico. La destrucción de estos planes resulta primordial para EE UU como también destruir los gobiernos populares latinoamericanos que han dejado de seguirle. Recuperar su hegemonía geopolítica es la obsesión norteamericana.

Aunque EE UU no ha tenido el apoyo de todos los países del pacífico hay unos once incondicionales que se han prestado a su juego incluyendo Perú. No está la mayoría del medio centenar de países de esta cuenca oceánica, la más basta del planeta, en la que habita más de la mitad de la población mundial y opera el 48 % del comercio mundial.

El presidente norteamericano lo ha dicho sin ambages: “Teniendo en cuenta que más del 95% de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras, no podemos permitir que países como China escriban las reglas de nuestra economía”. Más claro no canta un gallo.

Pero los intereses de EE UU no son los mismos que los intereses del Perú como que los intereses de los países dominantes son contrarios a los intereses de los países dominados y el neoliberalismo destruye el nacionalismo. Esto equivale a un tratado entre el lobo y las ovejas. Entonces, ¿Qué hace el Perú metido dentro de una estrategia que no es la suya? A lo que los gringos responderán: “para comerte mejor”.

Con el TPP, los medicamentos importados pueden tener un costo ínfimo pero tendremos que pagar precios elevadísimos por muchos años hasta que las corporaciones farmacéuticas se hayan hastiado de ganar dinero. Se nos prohíbe producir medicinas genéricas de bajo costo bajo la misma formulación y el destino de la gente pobre que no podrá acceder a esos precios, simplemente será morir por falta de dinero. Muchos no podrán salvarse del cáncer tan solo por ello.

Pero también está en juego el destino de muchas comunidades agrarias afectadas por la contaminación minera y petrolera. Las empresas transnacionales pueden demandar a los Estados firmantes pidiendo indemnizaciones por utilidades truncas en caso que de que no se les permita operar sus proyectos por conflictos sociales, culpando al gobierno por no poner mano dura asesinando a los reclamantes nativos. Inclusive las transnacionales pueden demandar al país si las regulaciones ambientales le causan menor rentabilidad.

Por ejemplo, la minera canadiense Infinito Gold reclama actualmente US$ 1032 millones a Costa Rica por la no aprobación del permiso de la mina de oro “Crucitas” tras un proceso plagado de irregularidades y al que se opone el 75% de la población de ese país. La minera, que ha perdido tres juicios en los tribunales costarricenses, reclama US$ 92 millones por los estudios ya realizados, 291 millones por la inversión ya realizada y el resto por lucro cesante.

Con mayor razón lo harán con el TPP ahora que perdemos soberanía legislativa.

¿Quiénes están detrás del TPP? Lógicamente las grandes corporaciones transnacionales que son las que manejan el gobierno norteamericano y el poder mundial. El meollo del TPP está en las condiciones comerciales y la protección a las inversiones extranjeras pero con extensiones en cuanto al aspecto medioambiental, condiciones de trabajo, derechos de propiedad intelectual, medidas de control sanitario y fitosanitario, apertura sin pago de aranceles, regulación de empresas estatales, etc.

Pero al igual que los maiceros, las empresas que no están en condiciones de competir dentro del TPP tendrán que cerrar y despedir trabajadores porque es una competencia entre desiguales donde el minusválido corre con atletas dopados. Tras más de cinco años de negociaciones secretas, el TPP propende a reducir impuestos a unos 18.000 productos otorgando a los fabricantes norteamericanos ventajas insuperables sobre los nuestros.

En materia agraria, EE UU persiste en política proteccionista de perjudica directamente los intereses exportadores de nuestro país que tienen mayor potencial competitivo pero que tropiezan con las barreras proteccionistas norteamericanas y el dumping o subsidios para los suyos. El mercado libre para ellos pero no para nosotros.

Como se recordará, en el 2005 EE UU intentó crear el ALCA, involucrando a todos los países de América pero excluyendo a Cuba. EL fracaso fue rotundo por la presencia de gobiernos populares bajo el liderazgo del extinto Hugo Chávez poniendo contra la pared a George W. Bush para que elimine los subsidios agrarios con los que hacía competencia desleal distorsionando el mercado. Surgió entonces la alternativa del ALBA en vez del ALCA para luego crearse el MERCOSUR.

Pero ahora con el TPP no tenemos el liderazgo opositor de los países dominados y nuestro destino corre mayores peligros. Aunque todavía falta que el TPP sea aprobado por el Congreso de la República no hay garantías de que el proceso se revierta y ni la izquierda aparece como abanderad del rechazo al TPP esclareciendo y desenmascarando esta confabulación antipatriótica. Puede más la farándula electorera que las amenazas a nuestro destino nacional.

La verdad es que nosotros tenemos gran parte de la culpa de lo que sucede a nuestra patria. Dejamos pasar el abuso de poder y aunque se cometan injusticias para proteger la corrupción del gobierno. Solo nos indignamos pero de allí, no pasamos. Por esa falta de coraje es que se dice que tenemos los gobiernos que nos merecemos. Si esta es nuestra debilidad, entonces tenemos que trabajar para cambiar y vencer los temores de la criminalización de la protesta social. Los campesinos ya lo vienen haciendo y debemos persistir en esta línea. Salvo mejor parecer.

Octubre, 2015

(*)Director de la GUIA RURAL DEL PERU.


Escrito por

RedGE Perú

La RedGE promueve la equidad en el desarrollo sostenible y los derechos humanos, en el proceso de globalización.


Publicado en